lunes, 21 de mayo de 2007

Una flor para una flor. ¿De qué brotamos si no es de amor?

Recuerdo que una vez, hace un par de años, trabajé la típica analogía de una persona con una flor... y ahora caigo en la razón de mis palabras. Todos tenemos espinas y, queriendo o no, herimos a la gente sin lograr diferenciarlas, absorbemos el sol (Que pasaría a ser la alegría radiante de otras personas), y nos cerramos ante los días de lluvia y tomamos lo único que puede beneficiarnos de ellas, el agua. (Esos días obscuros en los que solo tiempo después logramos ver que fueron para mejor). Pero si llueve mucho, el exceso de agua hará que mis raíces se pudran... y que finalmente acabaran con una persona marchita y sin vida.

Cuan difícil es ser capaz de mirar más allá de nuestras propias pestañas, y notar que la flor a nuestro lado está cada vez más opaca y sin vida.

Soy una flor, pero en este momento no logro distinguir realmente si es primavera o otoño lo que estoy viviendo...

... y a ratos sé que pido mucho.

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